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viernes, 16 de febrero de 2007

COLUMNA

Por: Romamy Miranda Gutiérrez

Defiende con ardor tus horizontes. Ten seguridad en tus valores y afirma una u otra vez tus ideales...

El día que me observe en el espejo, vi un rostro marcado por el tiempo.
Me quedé sorprendida, pues nunca antes me sentí tan mayor y mirar esta imagen me dejó con mucho miedo.Se me inunda el alma cada vez que observo detenidamente a un niño.
¿Se han perdido todos los valores o están en el transfundo de baúl?
Son increíbles las diferencias que existen entre los niños de ayer y los de hoy.
Y, pienso ¡soy afortunada de haber nacido en otra época!.Por algunos momentos comencé a pensar, las horas que me pasaba jugaba con mis amigos, las ocasiones en que me quedaba en la ventana esperando la llegada de los Reyes Magos para ver realizado mis deseos, o las veces que iba a la tienda y quería comprar todos los dulces, tiempos en que siempre había una sonrisa en mis labios, en que la inocencia reinaba en mi cuerpo y en mi vida, los tiempos en los que mi corazón estaba más lleno de ternura y encanto, los tiempos en que yo tenía la capacidad de enfrentar la vida sin miedo.Recuerdo cuando llegaba a la escuela y me picaban las costillas ingenuamente.
Los niños de ahora, cuando pican a un amigo (por denotarlo de alguna manera) lo hacen con un pica hielo.
¿Por qué se ha perdido la inocencia en tan poco tiempo?
¿Que es lo que hace que las cosas cambien tas de prisa?
Si pudiera tener una máquina del tiempo, para poder revivir el pasado y, sobre todo, para enseñar a mis amigos, lo bien que la pasaba de niña, en es época no solo era jugar y divertirse. Era crear. Crear ilusión. Ahora la ilusión es Mada in China, Taiwán, o parecerse a Sabrina, Niurka y en último de los casos contar con un manual de las ultimas innovaciones sobre la droga.
Es lamentable que la televisión en nuestro país, no existen programas infantiles.
Será porque hacer un buen producto para los niños es difícil, o porque los que deciden la programación no crecieron mirando al payaso Bozo, Viruta y Capulina, Chabelo, Cepillin, el Teatro Fantástico, Topo Gigio, etc.
O quizás porque los niños son mercancía de segunda.
Ahora el espejo, me dio una gran lección: Jamás podré olvidar que siempre seré una niña, y que dentro de mi corazón y de mi alma, existe una tierna infancia y que si algún día llego a olvidarlo, estaré muerta para la vida.Soy de la idea que a pesar de ser una adulta y tener una responsabilidad ante la vida, es seguir siendo una niña para emprenderla y vencerla.
Gracias por su comentario
romamy@yahoo.com

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