El acturar de las autoridades mexicanas frente la influenza es algo que ha dejado muchas dudas, será su incapacidad para actuar acertadamente o qué ha pasado...¿ Porqué si mueren en México y no en otros países? Se ha dicho que es un contagio nunca antes visto; de persona a persona...¿será acaso, lo que se circula en la red con denuncias anónimas de un equipo de médicos y enfermeras que han llegado a miles de usuarios de todo el mundo, por lo que en países como Italia, han tomaron la decisón de cancelar los viajes a México, por lo menos mes y medio, mientras de averigua que pasará ...
opiniones de columnistas y el correo que circula por la red:
Juegos de Poder
Leo Zuckermann
Leo Zuckermann
¿Por qué sí se mueren en México?
En EU los médicos viven aterrados. Si se equivocan, el paciente puede demandarlos y ganarles una barbaridad de dinero.
Mientras que en México se han muerto más de 100 personas por la epidemia de influenza porcina, de la veintena de casos que han aparecido en Estados Unidos no ha habido ninguna fatalidad. En este momento todavía no existe una explicación científica de esta disparidad. Sospecho, sin embargo, que tiene que ver con la diferencia que existe en los sistemas de salud de los dos países. He tenido la oportunidad de vivir en ambos lados del río Bravo y, por tanto, conozco ambos sistemas. Me he enfermado aquí y allá y puedo asegurar que son dos mundos muy distintos.
Pongo un ejemplo. Cuando me da fiebre en México, le hablo por teléfono a mi doctor. Es un amigo que me conoce a la perfección. Me pregunta por mis síntomas, hace un primer diagnóstico y por lo general me receta por teléfono una medicina. Sólo me pide que vaya a verlo cuando cree que se trata de algo muy serio. Ni siquiera voy a la farmacia a comprar el medicamento. Llamo por teléfono y me lo mandan a mi casa sin pedirme la receta. Me tomo las tabletas, me curo y sigo con mi vida. Colorín colorado, termina la fiebre y la historia.
Para la gente que acude al sistema público de salud, como tienen que hacer colas interminables para ver a un doctor, pues sólo van cuando de verdad están graves. Si sus síntomas son leves, le llaman, como yo, a un doctor amigo o se automedican. Muchos van a consulta con seudomédicos o le piden consejos al dependiente de la farmacia.
Este tipo de tratamiento es impensable en Estados Unidos. Cuando allí tenía fiebre, le hablaba a mi doctor. Por lo general no lo encontraba. Me contestaba, entonces, el médico de guardia. Le contaba mis síntomas y lo único que me decía es que fuera al consultorio al día siguiente o, si de plano me sentía muy mal, que acudiera a la Sala de Emergencias del hospital más cercano. Nunca me daba un diagnóstico por teléfono, mucho menos me recetaba.
No lo hacen porque lo tienen prohibido. Más aún, los médicos en Estados Unidos viven aterrados. Si se equivocan, el paciente puede demandarlos y ganarles una barbaridad de dinero. De esta forma, todos los incentivos del sistema de salud estadunidense están hechos para que los médicos sean extremadamente cuidadosos.
No es gratuito, entonces, que todos los enfermos acaben visitando el sistema de salud lo cual, por cierto, resulta carísimo para la sociedad. Ya en el consultorio o en el hospital, los doctores solicitan múltiples pruebas para estar absolutamente seguros de su diagnóstico. Además, tienen que llevar archivos precisos y reportar a las autoridades si encuentran una enfermedad epidémica. De no hacerlo se exponen, una vez más, a demandas multimillonarias.
Ahí está, creo, la respuesta. En México sólo llegan al doctor, y en última instancia al hospital, los casos más serios: la gente que lleva mucho tiempo enferma y no responde a las medicinas que ya están tomando. En esta epidemia me puedo imaginar perfectamente que sólo van al médico aquellos enfermos que están en una etapa muy avanzada de la enfermedad. Y como las medicinas antivirales funcionan si se detecta la influenza en sus primeras etapas, pues muchos de estos pacientes acaban falleciendo. No así en Estados Unidos donde, por el sistema descrito, inmediatamente se detecta a los casos menos graves. Comienza así el tratamiento con antivirales que son muy eficaces en las primeras etapas.
Siempre he preferido el sistema mexicano de salud que es mucho menos rígido. En particular me gusta la relación personal que tenemos con nuestros doctores. Sin embargo, me temo que en esta ocasión, aunque resulte chocante, es preferible comportarnos más como estadunidenses que como mexicanos. Va en contra de nuestros usos y costumbres pero, en esta epidemia de un virus que puede ser mortal, es extremadamente importante ir al médico en cuanto se presenten los primeros síntomas de la enfermedad. Y de ninguna forma hay que hacerse el valiente y esperar a estar en ruinas para acudir al hospital.
Me temo que en esta ocasión, aunque resulte chocante, es preferible comportarnos más como estadunidenses que como mexicanos.
de mes y medio cuando se vuelvan a dar permisos para vistar el país mexicano.
Uno de los correos anónimos que ha estado circulando y, que ha dejado una estela de dudas sobre el actuar de las autoridades es el siguiente:
Archivos del poder
Martín Moreno
Influenza e influencias
¿Qué derecho tiene un gobierno para que deje sin información a todo un país en las horas más difíciles de los últimos años?
En medio del susto por el temblor, se informa que hay 149 muertos presuntamente por influenza porcina, con sólo 20 casos confirmados. A la epidemia que llegó como maldición, se suman otros síntomas preocupantes: los vacíos de información, el intento de censura y, lo más lamentable, la insensibilidad en diversos niveles de gobierno ante el luto de familias mexicanas.
Aunque resulta innegable que el gobierno federal ha tomado las riendas con la serie de emergencias anunciadas, lo cierto es que la percepción de las mayorías es que se actuó tardíamente en el combate contra este virus debutante en el entorno de la salud mundial.
¿Por qué hay esta percepción?
Fundamentalmente por dos datos duros: que desde el 2 de abril se tuvo conocimiento del primer caso de influenza de cerdo en Veracruz, y que la primera de las muertes ocurrió el lunes 13 de abril. ¿Hasta cuando se anunciaron las medidas emergentes? Veintiún días después de registrarse el brote inicial, y a diez días del deceso que abrió el rosario de fallecimientos en todo el país. Las fechas fueron confirmadas por el secretario de Salud, José Ángel Córdova, quien ha sido “cabeza de sector” de la cual se han colgado los funcionarios del GDF, inclusive Marcelo Ebrard.
¿Por qué se decidió la suspensión indefinida de clases la noche del jueves pasado cuando, desde la primera muerte, ya habían transcurrido, al menos, diez días? ¿Por qué se perdió tiempo tan valioso? Allí está el caso de Jorge Francisco Guzmán, de 24 años, consumido por el virus en una semana. Es una enfermedad que mata rápido. Pero, al parecer, se entendió demasiado tarde.
La alerta ya había sido lanzada por algunos medios. Cadenatres, desde el martes 21 de abril, presentó testimonios que confirmaban la aparición de influenza en el INER, mientras el doctor Santiago Echeverría Zuno anunciaba el deceso de 20 personas. Reforma, en su nota principal del miércoles 22, advertía que “el pasado fin de semana las autoridades de salud del gobierno federal, realizaron un recorrido por hospitales públicos y privados de la ciudad de México, y contabilizaron a cinco personas fallecidas por influenza, y 120 más internadas con un cuadro clínico compatible con la enfermedad”.
Transcurrieron, al menos, 24 horas más para el anuncio de las medidas emergentes. El daño ya estaba hecho.
Por ello, países como Estados Unidos, Canadá, España y Francia, recomiendan “precauciones extremas” al viajar a México.
La OMS elevó, a fase 4, la alerta en el país, que aumenta el riesgo de pandemia.
Entre el narco, la crisis, la influenza y el temblor, sólo nos falta que un perro nos haga su gracia.
A las tardanzas mortales, habrá que sumarle el vacío de información. La política de comunicación del gobierno federal —la del DF prácticamente ha sido nula— se ha montado en el viejo y comodino esquema de salir a dar anuncios en la televisión y olvidarse de la radio y el periodismo escrito. Error monumental.
Ejemplo: durante el viernes, el sábado y el domingo, hasta las 9 de la noche, se tuvo el dato de que había 20 muertos confirmados por influenza porcina. Fue hasta cuando Córdova dio una entrevista suavecita, en la que dijo lo único que le importaba, sin cuestionamientos de por medio, hasta que se supo la nueva cifra de 103 fallecidos, presuntamente por esta enfermedad.
Prácticamente todo el domingo, en un caso que a nivel mundial está catalogado tan grave como extraordinario, más de 100 millones de mexicanos estuvieron huérfanos de información oficial. En la radio, los huecos fueron llenados por especialistas que respondieron durante todo el día a las dudas del auditorio, mientras Córdova y compañía esperaban a aparecer en el Canal de las Estrellas.
¿Qué derecho tiene un gobierno para que, en aras de su conveniencia política, deje sin información a todo un país en las horas más difíciles de los últimos años?
¿Acaso un gobierno puede erigirse en censor de la obligación constitucional de dar información?
Ni Carlos Olmos, jefe de prensa de la Secretaría de Salud, ni los disminuidos comunicadores de Los Pinos, han dimensionado la gravedad del asunto y, por tanto, la necesidad de informar, por todos los medios y en cualquier momento, de todo lo que ocurre, hora tras hora, con una emergencia nacional.
No han estado a la altura de las circunstancias. Olmos, perteneciente a la vieja escuela de jefes de prensa priistas, cree que está manejando el informe de un gobernador o un chismecito de la política. Qué lástima.
Por eso en la conferencia de prensa de ayer, cuando se pretendía limitar a ¡cinco preguntas! a los reporteros, éstos se encargaron de poner en su lugar tanto a jefes de prensa como a funcionarios, protestaron a nivel nacional y cuestionaron, sin límite de tiempo, ante el enojo de los secretarios de Estado.
De la ineficacia a la indolencia. Mientras el secretario de Salud del DF, Armando Ahued, ha ido de tumbo en tumbo, desorientado y sujeto a las órdenes federales, el subsecretario de la SS, Mauricio Hernández, nos salió con que los muertos por influenza porcina no era para preocuparse “porque en México hay miles de muertos cada año”. ¿Pensaría lo mismo si uno de los fallecidos hubiera sido su hijo?
Por lo que toca al GDF, Marcelo Ebrard, para no variar, reaccionó hasta ya bien entrada la emergencia nacional. No es raro en él. Así le pasó con Tláhuac, News Divine y, ahora, con la influenza. En las crisis, se mete debajo de la cama.
Y posiblemente anunciará la suspensión de actividades económicas en el DF, más obligado a causa de las circunstancias impuestas por el gobierno federal, que debido a una decisión autónoma. Por lo pronto, la emergencia continúa.
Aunque el gobierno federal ha tomado las riendas con la serie de emergencias anunciadas, la percepción de las mayorías es que se actuó tardíamente.
E-mail que circula por internet
Soy medico especialista en enfermedades respiratorias y en terapia intensiva, actualmente en los institutos nacionales de salud se esta vivendo una emergencia severísima ante la realidad de la infección por influenza, cada vez mas pacientes son internados en la unidad de terapia intensiva, sin embargo, a pesar de los heroicos esfuerzos de todo el personal, (medicos, enfermeras, especialisitas, etc ) los pacientes continuan falleciendo irremediablemente, la verdad es que los tratamientos antivirales no estan surtiendo el efecto esperado a pesar de las dosis elevadas.
Se tiene un gran temor entre el personal, la posbilidad de contagio es muy alta dada la fuerte virulencia del virus.
El caos empieza a reinar en las unidades de atención de los hospitales Manuel Gea Gonzalez, INCAN, INER, INP, etc y no sabemos que hacer, el personal esta empezando a ausentarse y muchos estan optando por retirarse o solicitar vacaciones.
La verdad es que la mortalidad cada vez es mas alta por lo menos en el hospital donde laboro fallecen de 3 a 4 pacientes diarios por esta epidemia ,y nosotros ya lo estabamos notando desde hace más de 3 semanas, entonces la mortalidad es mucho mas alta a la comentada por las autoridades que tratan de ocultar la información veridica.
A nosotros se nos ha comentado que no hablemos con reporteros, que se nos sancionará si hablamos con alguien de la prensa, así mismo se nos recomienda no poner en los certificados de defuncion la causa básica de la muerte (INFECCIÓN POR INFLUENZA), se comenta que debemos anotar neumonia, insuficiencia respiratoria aguda, o sepsis y no la causa real para ocultar el número exacto de defunciones.
Es una pena y un gran temor el que vivimos actualmente, no sabemos que hacer, cada vez pacientes mas jovenes de 20 a 30 años estan muriendo ante nuestra impotencia y triteza como personal de salud.
Eda Herrera/ Cancún Informa